domingo, 20 de noviembre de 2011

Nuestro Fundador: P. Pedro Castro Quero SJ


Pedro, nació en un pueblo de la provincia de Jaén (España) llamado Porcuna. La primavera del mes del 11 de Abril de 1871 acogió la vida de esta nueva criatura que vino a alegrar a la familia formada por el matrimonio Juan Castro Cobo y Balbina Quero López. Pedro se crió en el campo, pues sus padres se dedicaban a las tareas agrícolas y de la tierra sacaban al menos el sustento diario para sus numerosos hijos, pues aunque algunos murieron pequeños, fueron en total 11 de los cuales Pedro fue el menor de todos. Su infancia marcó su personalidad, pues el ser más el más pequeño de todos sus hermanos dio a su personalidad un aire de cierta cabezonería, es decir, un querer salir siempre con la suya, pero a la vez sus padres aportaron una fe muy grande en toda la familia y un querer vivir la vida según la voluntad de Dios. Eso influyó para que en Pedro brotara muy tempranamente la vocación sacerdotal. Al cumplir los 11 años y apoyado por sus padres se fue a un seminario que había en Jaén dónde la gente con menos recursos económicos podía aspirar a los estudios eclesiásticos. Sus años de seminarista, fueron madurando su personalidad y también su vocación. En ello jugó un papel importante los Ejercicios Espirituales que fue haciendo periódicamente y las amistades que tuvo durante sus años de seminarista entre la que se encuentra el actual Beato Pedro Pobeda. También en esta época se forjaron las bases de su vida espiritual, siendo ya notoria su devoción al Corazón de Jesús.
Fue ordenado sacerdote el 23 de septiembre de 1893 y al no tener un destino fijo en alguna parroquia de pueblo como él soñaba, decidió hacerse capellán del ejército. Después estudió Derecho Canónico en Granada y siguió en diferentes destinos desempeñando su misión de atender espiritualmente a los soldados y a la vez que era capellán de alguna Congregación religiosa. Así pasó varios años hasta que en 1905, sin mucho discernimiento decidió ingresar en la Compañía de Jesús. Sus dos años de noviciado fueron de gran lucha interior pues se resistía a seguir, pero su gran rectitud de intención y la sinceridad que siempre tuvo con sus superiores, le ayudó a perseverar. Así el 8 de Diciembre de 1907 hizo sus primeros votos y con ellos desapareció para siempre la duda.
Los años posteriores los pasó dedicado a diferentes ministerios entre las residencias de Sevilla, Córdoba, Granada y Madrid, pero el estilo de vida que llevaba no le satisfacía del todo, pues se sentía llamado a una mayor entrega al servicio de los pobres. Por eso se ofreció para ir de misionero a las Islas Carolinas, Archipiélago de Oceanía. En diciembre del año 1920 se embarcó para aquellas islas donde estuvo dieciséis años totalmente dedicado a la evangelización de aquellas gentes cuyas vidas carecían de lo más imprescindible. El Padre Castro, vivió y se desvivió por ellos hasta el punto de que su salud ya no le respondía y sus superiores vieron oportuno que volviera a España. Él se resistió a esa posibilidad, pues pensaba morir en las Islas, pero su conciencia no le deja poner obstáculo a la obediencia y regresa finalmente en Diciembre de 1936, cuando el país que le vio nacer se debate en una dura guerra civil. A pesar de esto y de su delicado estado de salud, pronto comienza a emplearse en actividades apostólicas que no dejara hasta su muerte: misiones populares en pueblos y cortijos, novenas, triduos, acompañamiento de grupos que empiezan a resurgir con fuerza y un sinfín de idas y venidas que llaman la atención por su edad y salud.
De alguna manera todo esto es explicable pues este hombre de mucho sentido común tenía una gran pasión que le impulsaba y le daba fuerzas: el deseo de dar a conocer a Jesús a los más pobres y humildes, aquellos a dónde nadie llega, los que cuentan con menos medios para encontrarse con Dios. Este fuego que llevaba dentro no sólo lo empujaba a él, sino que lo impulsaba a contagiarlo a que otros también vivieran lo mismo, y eso es lo que intentaba en su deseo de funda una congregación religiosa que se dedicara justamente a dar a conocer a Jesús entre los que menos posibilidades tienen.
En 1940, junto con Mª Jesús Herruzo y otro grupo de mujeres funda la Congregación de Obreras del Corazón de Jesús.
Los años posteriores de su vida mucho se dedicó a acompañar a esta incipiente familia religiosa, sin por ello dejar sus otras actividades apostólicas hasta que su salud y sus años se lo permitieron.
Siempre tuvo un gran sentido común que supo acompañar con una buena dosis de sentido del humor, cosa que supo mantener hasta el final de sus días junto con esa pasión por dar a conocer a Jesucristo.
Murió en la enfermería que los Padres Jesuitas tienen en Granada el día 29 de Diciembre de 1963

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